Dime qué sagas lees y te diré qué serie verás

Un vínculo intenso une a ficciones que arrasan en la televisión con la literatura. Y el modelo exitoso se replica.

The Last Kingdom. Una historia de filiaciones y guerras.

“El destino es todo”, repite una y otra vez. Es sajón, pero fue criado por un vikingo que se lo llevó como esclavo y lo terminó incorporando a su familia. Un padre, el noble, le había dado una piedra que representa su origen, el castillo de Bamburgh en el condado de Northumbria. El danés le regaló un colgante con el martillo de Thor. Ahora ambos están muertos y él tiene los dos objetos como amuleto, uno incrustado en su espada y el otro colgado del cuello. De nacimiento es Uhtred, hijo de Uhtred, y por adopción es Uhtred Ragnarsson, hijo de Ragnar.

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Desde todas sus filiaciones, que lo hacen vivir en pugna con su identidad, busca venganza. Uhtred es vikingo para los sajones y sajón para los vikingos. Y siempre, a la par de todas sus aventuras y desventuras, se encuentra obligado a elegir si someterse a un solo dios o vivir libre del peso de la religión. Pero lo que en realidad quiere es matar a Kjartan, el asesino de su padre vikingo, y recuperar su condado, que le arrebató su tío.

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Al súper éxito de Game of Thrones, que el domingo 16 pasado estrenó su séptima temporada por HBO, Netflix intentó competirle con The Last Kingdom, serie que coproduce con la BBC desde su segunda temporada, disponible desde fines de mayo. No le va mal. Son muy distintas, pero tienen varias coincidencias. Ambas son épicas, medievales, con reinos en pugna, luchas, intrigas palaciegas y traiciones. En una, como plus, hay dragones. Pero la otra tiene vikingos y cierto anclaje histórico real.

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El mayor punto en común de Game of Thrones y The Last Kingdom es que están basadas en sagas de libros. El puntapié inicial lo dio Harry Potter, de J. K. Rowling. Fueron siete novelas, recientemente se cumplieron 20 años de la publicación de la primera, y ocho películas. El combo fue todo un acontecimiento que marcó un antes y un después en este tipo de comunión, que retroalimenta el éxito editorial con el estreno en pantalla. Como formato, la serie parece ser el paso siguiente para consolidar el vínculo.

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En la Argentina, se podría sumar a la tendencia La fragilidad de los cuerpos, que estrenó el 7 de junio por El Trece y termina el miércoles 26. Son ocho capítulos basados en el policial homónimo (Tusquets, 2012) de Sergio Olguín. Es el principio de la saga protagonizada por la periodista Verónica Rosenthal, que en pantalla es Eva De Dominici. Las extranjeras y No hay amores felices (Suma de letras, 2014 y 2016) son los otros dos libros publicados por el momento y el autor dice que su plan original era “hacer doce, como las de Wallander”. Se refiere a los policiales negros del sueco Henning Mankell, que tuvieron cuatro temporadas televisivas producidas por la cadena británica BBC One.

La fragilidad de los cuerpos. Germán Palacios y Eva de Dominici, en la serie argentina hecha con el primer libro de una trilogía.

Por lo que si a Verónica Rosenthal le va bien en pantalla, no sólo podría haber una segunda y tercera temporada, sino más. “No creo que los personajes o lo que ocurra en la versión televisiva influya en lo que vaya a pasar en las próximas novelas. Cuando escribo tengo una figura difusa de los personajes y eso hace que los actores que los interpretan no sean tan importantes al seguir pensando las historias”, dice Olguín.

En el principio, Game of Thrones fue la saga Canción de hielo y fuego (Plaza & Janes), del estadounidense George R. R. Martin, y el producto televisivo le ganó a la literatura. El primer libro salió en 1996 y el quinto en 2011, cuando se estrenó la serie, que ya desde el año pasado se adelantó a las publicaciones. La sexta temporada, de hecho, no tiene novela que le haga espejo y la séptima, de siete capítulos en vez los diez habituales, tampoco. El autor prometió, pero aún no cumplió, escribir Vientos de invierno y Sueño de primavera para cerrar el ciclo. La octava y última entrega por HBO, que va a verse durante 2018, es de seis episodios, pero de más de 80 minutos cada uno, como mini películas.

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The Last Kingdom viene de The Saxon Stories (en castellano, Sajones, vikingos y normandos, de Edhasa), una saga de diez libros publicados entre 2004 y 2016 del experto en historias de largo aliento Bernard Cornwell, que participa en la serie como asesor de guión. Es uno de los escritores más exitosos en el género histórico de aventuras, autor también de las novelas protagonizadas por Richard Sharpe, que tuvieron adaptaciones para televisión de la BBC en la década del 90, protagonizadas por Sean Bean, actor que casualmente acá muchos conocieron como a Ned Stark en la primera temporada de Game of Thrones.

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Jon Snow, de Game of Thrones, supuesto hijo ilegítimo de Ned Stark, Señor de Invernalia y Guardián del Norte, está marcado por su origen, igual que Uhtred de Bebbanburg, de The Last Kingdom. El héroe de George R. R. Martin podría ser la contracara taciturna, enamoradiza y melancólica del protagonista de Bernard Cornwell, festivo, mujeriego y determinado a ganar siempre. “No mercy” (sin piedad), grita el ejército sajón conducido por el guerrero pagano, que a su pesar se convierte en una suerte de campeón de los reinos cristianos de Inglaterra en el siglo IX.

Uhtred, de pelo largo y músculos al viento, en la serie es interpretado por Alexander Dreymon, que en 2014 había tenido un papel como el vecino de la casa de brujas aprendices de la tercera temporada de American Horror Story, Coven, y ahora perfila para gran estrella. En las novelas, el personaje está basado en parte en Uhtred el audaz, conde en Northumbria entre los años 1006 y 1016, y antepasado Bernard Cornwell, autor de la saga.

The Last Kingdom comienza en el año 872, cuando siete reinos ocupan el territorio que hoy se conoce como Inglaterra. Oscura y mundana, la historia de Uhtred es bestialmente realista. Las batallas no son megaproducciones repletas de efectos especiales, es el siglo IX, y hay soldados sajones aterrados detrás de un muro de escudos avasallado por vikingos desaforados, un rey con fobias y problemas gastrointestinales, un heredero al trono desplazado por borracho, palacios precarios, fanatismos religiosos varios y dos pueblos, dos culturas, dos formas de entender la vida que chocan y luchan.

En la primera temporada, de 2015, hubo grandes invitados, como Rutger Hauer (entre otros papeles épicos fue el androide Roy Batty en la película Blade Runner) y Matthew Macfadyen (el Mr. Darcy del Orgullo y prejuicio de 2005). Después del éxito de su estreno, y con Netflix a bordo, la segunda temporada no defraudó al público. Aunque todavía no hay noticias confirmadas, se espera una posible tercera entrega. Porque la comunión entre sagas literarias y series es sólida.


Más vikingos

Vikings, una de las series más populares del momento y que se puede ver en Netflix desde febrero de este año, va a tener quinta temporada, que estrena en 2018. Creada para History Channel por Michael Hirst (el mismo de Los Tudor), revive la leyenda de Ragnar Lodbrok, uno de los héroes nórdicos más famosos.

Aunque comparten ambientación, temática y algunos personajes, no son secuelas una de la otra ni imitaciones. La historia de Vikings sucede tres décadas antes que la contada por The Last Kingdom, pero el punto de vista está puesto en los navegantes aventureros que descubren tierra fértil al oeste y se encuentran con un montón de reyes adoradores de un solo dios que en principio son fáciles de saquear, y después no tanto.

El choque de culturas entre vikingos y cristianos se puede ver claro en varios momentos. Los supuestamente brutales, asesinos y ladrones tienen una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres, que luchan a la par, y no hay reglas morales que condenen a unas en favor de los otros. Los cristianos, supuestamente piadosos, le cortan una oreja a la esposa del hijo del rey por haber sido infiel a su marido y crucifican a un cura por haber dejado los hábitos.

Ragnar Lodbrok (Travis Fimmel), en la serie, es un granjero curioso, innovador y guerrero que quiere descubrir nuevos mundos. Casi como un Kurt Cobain vikingo, consigue una fama que no sabe si realmente desea, pero igual asola Northumbria, Francia y Gran Bretaña con éxito. A la par, Lagertha (Katheryn Winnick), escudera y primera esposa del protagonista, hace su propia carrera de ascenso y conquistas. Rolo el traidor (Clive Standen), Floki el constructor de barcos (Gustaf Skarsgård) y Athelstan el cura que se hace vikingo (George Blagden) son algunos de los otros personajes de los que se sirve la serie para contar la vida y costumbres de una sociedad que ya no existe, con bastante rigor histórico y mucha acción.

Fuente: Clarín

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