Cumple 25 años la nueva Biblioteca Nacional Argentina


Se levantó en lo que fue la quinta Unzué y luego la residencia presidencial donde vivieron Perón y Evita. Clorindo Testa fue responsable de una obra monumental, que todos los años es visitada por docentes y alumnos de arquitectura de todo el mundo.


Tuvieron que pasar tres décadas entre trabas y abandono para que el gran proyecto del arquitecto Clorindo Testa finalmente pudiera concretarse. El 10 de abril de 1992 quedaba inaugurado oficialmente -aunque quedarían aún completar otros sectores- el nuevo edificio de la Biblioteca Nacional, hoy uno de los grandes símbolos arquitectónicos y culturales del país.

La Biblioteca fue objeto de una prolongada empresa arquitectónica que abarcó desde la concepción de la necesidad de un nuevo edificio en 1960, cuando la ley 12.351 destinó tres hectáreas para su construcción, entre las avenidas del Libertador y Las Heras, y las calles Agüero y Austria, hasta su inauguración, el 10 de abril de 1992, hace 25 años.

Ese terreno perteneció a la Quinta de los Unzué hasta que en la presidencia de Agustín P Justo fue expropiado para convertirlo en la residencia presidencial.

Allí vivió Juan Domingo Perón junto a Eva durante su primer presidencia. Fue el mismo lugar donde falleció la Primera Dama, en 1952. Tras el golpe del 55 se decidió luego demoler la casona, quedando ese terreno sin uso.

"Ya en el año 1958 hay un expediente en donde Borges, que era en ese momento el director de la Biblioteca Nacional, cuya sede quedaba en la calle México, pide un nuevo edificio", señala a La Prensa Ana María Myino, Coordinadora del Archivo del Patrimonio Histórico Constructivo del edificio Biblioteca Nacional (Ar.Pa.Hi.Co.Bn).

Myino, quien se desempeñó varios años en la dirección de arquitectura educacional -que participó en la dirección de la obra-, pasó luego a la Biblioteca cuando se disolvió este organismo porque los colegios dejaron de ser nacionales, y supo crear un archivo único que guarda todo lo relacionado con la construcción de este emblemático edificio.

Para la arquitecta, el edificio de la Biblioteca Nacional es muy moderno, a pesar que fue proyectado hace más de 50 años. "Es de estilo brutalista, es decir que se usa como elemento básico hormigón, su misma estructura forma los cerramientos, tiene grandes dimensiones libres, por eso pueden cambiar las funciones, y tiene una quinta fachada que sería el tratamiento de lo que llamamos el techo".

Myino cuenta que todos los años unas 1500 personas entre estudiantes y profesores de arquitectura y diseño del país y el exterior visitan el edificio para conocer sobre él.

La especialista explica que este concurso se ganó en 1962, y su construcción se extendió por un largo tiempo. "En el medio hubo cambios políticos, económicos, hiperinflación, se necesitó un préstamo para terminarlo del reino de España".

"Hubo tiempos -continúa- en que la cultura fue un objetivo político, como cuando Arturo Frondizi mandó a que se hiciera el edificio, y hubo otros en que la cultura molestaba y quedaba parado".

Myino señala que cuando se pide que se haga un nuevo edificio, el presidente tenía una crítica fuerte en el congreso porque en el presupuesto de ese año se le había dado poco dinero destinado a cultura.

"Por otro lado estaba el pedido de Borges de un nuevo edificio porque el de la calle México le quedaba chico. Entonces le vino como anillo al dedo y dijo "quiero algo que se destaque, que no fuera usual".

La profesional cuenta que en un principio se había proyectado hacerlo en donde está el actual canal 7, donde se iba a hacer la ciudad universitaria. "La UBA le iba a dar dos manzanas para la biblioteca. Luego se envió más lejos la ciudad universitaria, y la biblioteca se quedó sin terreno".

Luego surge la idea de hacerse donde está el emplazamiento actual, allí había estado la casa Unzué, que había sido residencia presidencial, y que se demolió luego de la caída de Perón, en un hito que había quedado como una herida.

"Fue el director de arquitectura escolar quien propone hacer aquí la biblioteca. Era la idea de cambiar un hito político por otro cultural" señala Myino, quien recuerda la frase de Frondizi "acá habrá alpargatas y libros".

Tras lanzarse el proyecto, se lo convoca a Borges y cuatro bibliotecarios eminentes de esa época, a que hicieran un desarrollo de lo que necesitaría un nuevo edificio, con funciones, espacios.

"Después se prepararon las bases para el llamado a concurso. Entre las bases se pedía que los depósitos de libros pudieran crecer, y este proyecto lo permitía porque van al subsuelo. Se puede al día de hoy ampliar hasta Libertador o Las Heras si se necesita", detalla la arquitecta.

Otra premisa, comenta, era que a nivel de planta baja ocupara la menor cantidad de superficie posible, por eso se hizo sobre cuatro patas. "También que se respetaran los árboles del predio, por eso se ubica exactamente donde estaba la vivienda anterior, y que se respeten las visuales".

Otra de las buenas características del edificio, comenta Myino, es que "se ubican las salas de lecturas arriba, en últimos pisos para tener una visual al río, que no es muy usual en los edificios públicos de Buenos Aires. Y además los árboles hacen como colchón para los ruidos de los autos, ayudando al silencio".

"Lo gana en 1962 Clorindo Testa, Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga, mujer de Bullrich, quien fallece al poco tiempo. Se puede decir que en el edificio la parte de distribución y organización se ve la mano de Bullrich y Cazzaniga y en todo lo estético la mano de Clorindo Testa", expresa la arquitecta.

Ya para ese tiempo el arquitecto se destacaba en el mundo del arte y las edificaciones. "En ese tiempo había ganado un primer premio en el instituto Di Tella con un cuadro, y edificios como el del Banco de Londres".

Para asegurarse de que el proyecto presentado fuera viable fue enviado a un especialista de la universidad de Harvard, quien hace algunas correcciones en cuanto a rampas, la distancia de los subsuelos y las estanterías. Finalmente en 1971 se entrega el terreno a los constructores, quienes empiezan con los sondeos y resistencias del suelo.

"Poco después se empieza con el hormigón", cuenta la especialista, quien para que se tome dimensión de la gran implementación que se hace de este elemento cuenta que "en esos tiempos donde se hacían edificios en general de 9 pisos y de 3 cuerpos comunes de vivienda, se calculó que con lo que se gastaba en hormigón en la Biblioteca se podían hacer 33 edificios de 9 pisos". 

Esa primera parte se termina hacia fines de los 70 y comienzos de los 80. "Luego comienza a hacerse la parte interna, con las instalaciones. Con el crecimiento de la inflación y la hiper se pidieron mayores costos, llovieron juicios, todo se frenó".

Finalmente cuando llegó Carlos Menem a la presidencia encomendó que "sí o sí se terminara de construir la Biblioteca Nacional a un coprovinciano suyo que puso al frente de la dirección de arquitectura escolar". Finalmente el edificio se inauguró en 1992.

Myino agrega dos anécdotas sobre este gran edificio. Se dice que cuando Borges pudo conocer el proyecto, aunque ya tenía problemas de visión, ayudado por el tacto, pudo reconocer una maqueta y dijo que mucho no le gustaba porque se parecía "a una mesa".


Otra situación se dio luego de que al hacerse la excavación sobre los terrenos, se encontraron restos de un Gliptodonte. Testa comenzó a decir, seguramente cansado de tantos años de espera para que se finalice la obra y que le preguntaran siempre de ella, que aquel resto paleontológico había esperado años a su hermano mayor, que era la nueva biblioteca.

Fuente: La Prensa

Véase además: Edificio de la Biblioteca Nacional. 34 años de historia a 20 años de su inauguración

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